La
mediatización del deporte de élite ha provocado en la sociedad, la falsa
creencia de que todo aquel que llega a un cierto nivel, tiene una vida repleta
de lujos y con todas sus necesidades cubiertas. Independientemente de las
ganancias económicas del deportista, se le achaca que se dedica a algo que le
gusta, cobra por practicar su hobby, y por tanto, es un privilegiado en la
vida. Esas afirmaciones, generalmente vagas y sin fundamento, se vienen abajo,
cuando realmente se conoce la situación de cualquier deporte, al menos, a nivel
nacional.
Si bien el
fútbol es una excepción (y no tanto de Segunda División hacia abajo), el resto de
deportes lo pasa mal, entre ellos el fútbol sala. Es un caso, del que ni
prácticamente los jugadores de Primera División, se salvan. A pesar de ser uno
de los deportes más practicados en nuestro país, la inversión es baja, los
patrocinios escasos y la atención mediática no es lo suficientemente alta, como
para generar ingresos. La Segunda y la Segunda B son el ejemplo de que,
incluso, hay que pagar un peaje alto por participar. No es solo que los
jugadores cobren poco, es que hay muchos que no reciben ningún tipo de
remuneración; sumado esto a los sacrificios de competir en estas categorías. Los
desplazamientos implican pasarse muchas veces, un día entero entre el viaje de
ida y el de vuelta (que se lo digan al Alzira alicantino, que va a competir en
el Grupo 2 de 2ªB contra equipos del norte del País Vaco, Navarra, etc.). Se
dan también sacrificios emocionales para jugadores y para el cuerpo técnico,
como el dejar de pasar tiempo con la pareja, familia, amigos; o no tener fines
de semana de descanso. Todas estas dificultades, muchas veces acaban haciendo
mella en los equipos.
Y se
preguntarán: si hay más inconvenientes que ventajas, ¿por qué motivo estas
personas siguen involucradas en el deporte? La respuesta es sencilla, es por
puro sentimiento. La ilusión, la superación, la pertenencia a un grupo que
muchas veces se convierte en una familia, el éxito, y en definitiva, el amor a
aquello que practicamos, se acaban imponiendo a cualquier impedimento que
surja.